La Sebastiana

Ubicada en Valparaiso, Pablo Neruda adquirió esta propiedad en 1959, siendo una de las más conocidas. Fue realmente difícil encontrarla, ya que el poeta preguntó a sus amigos por una casa de tipo muy específico en la ciudad que amaba. Él quería un lugar “que pareciera flotar en el aire, pero que estuviera bien asentado en la tierra”. Su nombre fue puesto en honor a su constructor, Sebastián Collado.

Fue la última casa que compró Neruda y como sucedió con el resto de sus propiedades, el poeta también participó del diseño y la decoración de cada uno de los ambientes. Así se fue transformando en un lugar pintoresco, colorido y lleno de escaleras, como un vivo reflejo de la Valparaíso que tanto amaba.

La visita comienza por la sala de estar y el comedor, dos espacios que llaman la atención por lo bello de su decoración. Aunque lo más atractivo es la magnífica vista que se cuela por las amplias ventanas y nos muestra la vida del puerto en todo su esplendor.

Como en sus otras viviendas, aquí también podemos apreciar sus grandes colecciones de botellas de todos los colores y tamaños. Pero lo más llamativo de este piso, es el caballito de madera traído desde París que se encuentra ubicado encima de una superficie circular. Neruda mandó construir este “sobrepiso” para que el caballito no se sintiera solo y extrañara su carrusel.

También en la sala de estar se encuentra una chimenea redonda bautizada como “Tinaja para el humo” y el famoso sillón al cual denominó “La Nube”, en referencia a su comodidad y forma.

Algo conocido por todos es que el poeta disfrutaba mucho agasajando a sus amigos, por eso no llama la atención que al ingresar al comedor la mesa esté servida y lista para recibir a más de una visita. Un impecable mantel, varios platos y mucha vajilla colorida porque según don Pablo, el agua sabe mejor en copas de colores.

Uno de los espacios más destacados de esta vivienda es el dormitorio del poeta: por la ventana se asoma Valparaíso con toda su brillantez y la panorámica te deja sin aliento. Varios objetos de este ambiente nos muestran la cotidianidad de Pablo y su esposa: en la mesa de luz aún se conservan sus pantuflas y en el armario los zapatos y la bata que usara Matilde.

Ya en el último piso nos encontramos con el rincón en donde el poeta se sentaba a escribir, sin dudas este era su lugar favorito: allí está su escritorio, un reloj de compás, fotografías del puerto, un mapa de América, libros y toda la ciudad floreciendo en su ventana.

Al igual que sus otras propiedades, La Sebastiana fue víctima de numerosos allanamientos y sufrió grandes destrozos durante el golpe de Estado de 1973. Tras la muerte de Neruda, su viuda Matilde Urrutia decidió cerrar esta casa para no volver.

Así fue como La Sebastiana estuvo abandonada por alrededor de 18 años y luego de un largo proceso de restauración, fue re inaugurada en 1992.Tras la muerte de Pablo Neruda en 1973, La Sebastiana fue abandonada. No fue hasta 1991 que la casa fue restaurada y se convirtió en un museo, obteniendo el estado de Monumento Nacional.

La Chascona

Otra de las casas ubicadas en una ciudad, eta vez a los pies del Cerro San Cristóbal en el corazón del Barrio de Bellavista, Santiago, Pablo Neruda compró un terreno y construyó esta vivienda en 1953, dedicada a su amor Matilde Urrutia. De hecho, el nombre “chascona” es una expresión chilena que significa “cabello desordenado” y se refiere a la roja cabellera de Matilde.

Obra del arquitecto catalán Germán Rodríguez Arias, la estructura de esta casa es especial y única, poco funcional pero muy atractiva. Hay un sinfín de escaleras, espacios con apenas conexión, muchos ventanales, antiguos pasadizos secretos y ¡hasta un living en la terraza!.

La pasión del poeta por el mar está presente en muchos objetos, como el bar con cubierta de peltre que proviene de un antiguo navío francés. O los techos bajos y las ventanas de ojo de pez que le dan al visitante la sensación de estar dentro de un barco.

Algunos de los invaluables tesoros que La Chascona resguarda son el manuscrito de “Los versos del capitán” y la medalla del Premio Nobel de Literatura que lo hiciera famoso a nivel mundial.

Allá por 1973 un sangriento plan se instaló en Chile de la mano de Augusto Pinochet y dio inicio a una de las dictaduras militares más violentas de la región. A su vez, se produjo el derrocamiento y la muerte del presidente Salvador Allende elegido por el pueblo chileno en elecciones democráticas.Actualmente la casa es un museo que exhibe las diferentes colecciones que Neruda tenía, incluyendo botellas de todo el mundo.

Doce días después del golpe de estado, el poeta fallecía en esta casa producto de un cáncer de próstata y en medio de una profunda tristeza por la situación política de su país.

A su muerte, La Chascona sufrió el ataque de las fuerzas militares de derecha a las que Neruda había denunciado y combatido sin descanso. La casa fue destruida por completo, pero eso no impidió que en ella tuviera lugar el velatorio del poeta. Desde esta morada partió el cortejo fúnebre hacia el cementerio, acto que se convirtió en la primera manifestación pública de repudio al golpe militar.

Tras los graves daños sufridos, su compañera Matilde se encargó de la restauración de la residencia y siguió viviendo en ella hasta su muerte en 1985.

Isla Negra

Ubicada en las orillas de Isla Negra, El Quisco, esta vivienda fue la favorita de Pablo Neruda y su lugar de trabajo preferido. Construida en 1937, fue un lugar de aislamiento e inspiración para el poeta, disfrutando la compañía de su esposa Matilde Urrutia y la paz del océano.

Ya que el poeta amaba los botes y trenes, esta casa es exactamente eso: apretados corredores de madera con asientos y ventanas a lo largo de las paredes, sumado a un gran número de colecciones y adornos.

Como sucedió con sus otras propiedades, el poeta fue realizando varias modificaciones a través de los años para lo cual contrató al ya mencionado Germán Rodríguez Arias. Este arquitecto, dueño de su confianza, supo materializar sus deseos y diseñó entre otras cosas la torre, el altillo, los ventanales que dan al mar y una biblioteca que conecta con el living.

La casa alberga muchos de los objetos más queridos por Neruda como “La Guillermina”, un mascarón de proa comprado en Perú. Además, hay cientos de botellas de diferentes colores y tamaños, barquitos embotellados, pinturas de artistas famosos y un inmenso globo terráqueo.

Sobre una de las tantas mesas que hay desparramadas por toda la casa hay una brújula china, un sistema planetario, piedras, libros sobre aves y muchos regalos de las múltiples amistades que lo visitaban. Otro de los tesoros que guarda esta residencia es el escritorio donde el poeta escribió “Alturas de Machu Picchu”, además del traje de gala con el que recibió el Premio Nobel de Literatura.

En las afueras de la vivienda hay un bote que solía cumplir la función de bar. El guía que nos acompaña durante la visita nos cuenta que Neruda invitaba a sus agasajados a subirse a esta pequeña embarcación de madera y a degustar unos ricos cócteles que él mismo preparaba.

Decía que al tercer o cuarto trago sus invitados estaban tan ebrios que tenían la sensación de… ¡estar navegando en el mar!.

Uno de los detalles más importantes del exterior de la casa es la placa que conmemora a los españoles del barco Winnipeg. El poeta fue parte vital de este viaje, que allá por 1939 transportó a más de 2.000 refugiados republicanos españoles que eligieron a Chile como su país de asilo.

De vuelta en el interior de la vivienda, es hora de recorrer cada una de las habitaciones en donde descansan sus extensas colecciones. Una de las más llamativas es la sala de las caracolas que cuenta con unas 600 conchas, un diente de marfil de Narval y un cetáceo muy extraño que mide seis metros. Esta sala fue un proyecto que el poeta dejó inconcluso al morir y que la fundación se encargó de terminar.

En 1973 y luego del sangriento golpe militar, Neruda vio Isla Negra por última vez ya que estaba muy enfermo y debió abandonar esta vivienda para dirigirse a un hospital en Santiago.

Desde la muerte del poeta, la casa de Isla Negra pasó a ser un punto de encuentro prohibido para sus seguidores. El nuevo gobierno de facto se apropió de la vivienda, pero eso no impidió que sus admiradores hicieran de ella un lugar de peregrinación. Con la llegada de la democracia la casa se convirtió en todo un símbolo.

En la actualidad, los restos de Neruda y los de su esposa Matilde se encuentran sepultados en el patio ya que así lo quiso el poeta:

“Compañeros, enterradme en Isla Negra,

frente al mar que conozco, a cada arena rugosa de piedras

y de olas que mis ojos perdidos

no volverán a ver”.