El Patronato de Misiones Pedagógicas fue creado por un decreto del Gobierno Provisional de la Segunda República el 29 de mayo de 1931. El decreto establecía que se trataba de llevar a las gentes “con preferencia a las que habitan en las localidades rurales, el aliento del progreso y los medios de participar en él, en sus estímulos morales y en los ejemplos de avance universal, de modo que los pueblos todos de España, aun los apartados, participen en las ventajas y goces nobles reservados hoy a los centros urbanos”. Este propósito pretendía sacar a las aldeas de su abandono mediante la difusión entre sus gentes de la “cultura general, la moderna orientación de las escuelas y la educación ciudadana”.

Cossío, continuador de Giner de los Ríos al frente de la Institución Libre de Enseñanza  fue el principal artífice de las Misiones Pedagógicas. Preocupado por el bajísimo nivel de la enseñanza en nuestro país, sugiere en 1899 la necesidad de bibliotecas pedagógicas en las cabezas de partido de nuestra geografía, para que circulen entre las escuelas rurales

Se reunieron más de quinientos voluntarios de diverso origen: maestros, profesores, artistas, y jóvenes estudiantes e intelectuales. Entre ellos se encontraban: la filósofa María Zambrano, el dramaturgo Alejandro Casona, el cineasta José Val del Omar, el poeta Luis Cernuda, el pintor Ramón Gaya y el músico Eduardo Martínez Torner.

Objetivos

  • Fomentar la cultura general mediante bibliotecas populares, organización de lecturas, sesiones cinematográficas para conocer otros pueblos, sesiones musicales de coros y orquestas, audiciones por radio, exposiciones de arte con museos itinerantes.
  • Orientación pedagógica con visitas a escuelas para conocer su situación con la posterior celebración de una semana o quincena pedagógica y cursillos para maestros, en los cuales les muestran o enseñan cómo dar clases a los niños y los materiales de los que disponen.
  • Convocatoria de reuniones en los pueblos para revisar la estructura del estado y sus poderes.

Bibliotecas

Consistía en una colección de cien libros que se entregaban en un mueble, junto a papel para forrarlos, indicadores de páginas e instrucciones y talonarios para el préstamo. Eran bibliotecas destinadas fundamentalmente a las aldeas y solían depositarse en el local de la escuela al cuidado de los maestros. Hasta el 31 de marzo de 1937, en que se disolvió el Patronato, se entregaron 5.522 bibliotecas y alrededor de 600.000 libros, lo que supone la campaña de animación a la lectura más grande jamás hecha en España. Cuando la aldea recibía la visita de una expedición misionera se hacían lecturas públicas, especialmente de romances y poesías.

Música

La música se añadió a todos los programas, tanto de adultos como de niños. Además del canto gregoriano, pasajes de zarzuela y música lírica regional española, se incluyeron obras de Bach, Beethoven, Schubet, Mozart, Haendel, etc. Los niños escuchaban la música en la escuela, mientras que los adultos lo hacían por las noches o en días festivos. Algunos maestros se desplazaban a los pueblos vecinos dejando un gramófono y una colección de discos que se iba renovando cada cierto tiempo.

Cine

Las proyecciones  se efectuaban al aire libre, extendiendo una tela blanca en una pared o, cuando era posible, en un local del pueblo. Los campesinos hacían grandes caminatas para contemplar el prodigio y se quedaban pasmados ante lo que aparecía en la pantalla. Creían que una muerte escénica era un suceso cierto, y lloraban y se lamentaban por peripecias que aparecían como fatales; o les aterraba ver una máquina de tren en dirección hacia ellos. Alguna vez los campesinos, al terminar la proyección, buscaron detrás de la pantalla dónde se escondían los actores, o el artilugio que hacía aquello posible. Casi todos los aparatos eran de cine mudo, por lo que solían acompañar las películas —cine cómico y documentales fundamentalmente—, con audiciones del gramófono. El Patronato produjo sus propios documentales, hoy casi todos perdidos, menos ‘Estampas’, que recoge escenas rodadas durante 1932 en varias misiones. José Val del Omar fue el realizador de algunas de ellas y el que finalmente dirigiría el servicio.

Teatro

El Teatro y Coro del Pueblo estuvieron dirigidos respectivamente por Alejandro Casona (1903-1965) y Eduardo Martínez Torner (1888-1955). Querían llevar a los pueblos un teatro elemental, de fácil comprensión por los campesinos, “recogido y elemental, ambulante, de fácil montaje, sobrio de fondos y ropajes”. Y además educador, “sin intención dogmatizante, con la didáctica simple de los buenos proverbios”. Se eligieron obras cortas del teatro clásico de Juan de la Encina, Lope de Rueda, Cervantes o Calderón de la Barca. El grupo estaba compuesto por “una cincuentena de muchachos y muchachas”, casi todos estudiantes universitarios y aprendices de maestros, que tenían aquel grupo como algo suyo, e intervenían en la elección del repertorio y en el reparto de papeles, sin querer hacer de ello una actividad profesional; elaborando discretas normas amistosas para el éxito de la actuación, armando y desmontando el tablado del escenario y colaborando en los detalles de la organización tanto para las representaciones teatrales como para los conciertos de música popular y recitado de romances.

Museo circulante

El Museo del Pueblo era un conjunto circulante de copias de cuadros casi todas del Museo del Prado, hechas por pintores entonces muy jóvenes como Ramón Gaya, Juan Bonafé y Eduardo Vicente. En la organización de esta colección es donde Cossío consagró más energías porque si hay algo original en sus ideas pedagógicas es en su concepción de la educación estética. Las palabras que escribió para que fueran leídas en las presentaciones constituyen, según Santullano, un “verdadero y compendiado tratado de las artes bellas al alcance de las gentes campesinas, a quienes pretendía elevar a la contemplación estética”. Había dos colecciones de cuadros que se depositaban una semana en cada localidad, dejando luego reproducciones fotográficas o grabados enmarcados para las escuelas. El Museo se anunciaba de antemano con un cartel, y los encargados daban explicaciones sobre las obras, que los campesinos solían apostillar con comentarios, y se proyectaban algunas películas e imágenes fijas en relación con los cuadros.

Cursos para maestros

El Patronato también organizaba cursos para maestros, especialmente con la colaboración de Pablo Gutiérrez Moreno, director de las Misiones de Arte, el inspector Vicente Valls Anglés y la maestra Elisa López Velasco. Eran cursos con un número muy limitado de asistentes que duraban una semana, en los que se trataban temas solicitados por los interesados, a los que se consultaba con tiempo. Al participar en ellos los maestros de una comarca previamente determinada, permitía en la mayoría de los casos que por la mañana trabajasen en sus escuelas, mientras dedicaban la tarde a las tareas del curso. La experiencia pronto sugirió un estilo, muy cercano al de la Institución Libre de Enseñanza, en el que se buscaba la acción íntima y personal, con pocos profesores y alumnos; al mismo tiempo que se trataba de reavivar la confianza del maestro, que creyese en su propio esfuerzo y en su propia inspiración, más que en cualquier receta al uso.

Ejemplo de un programa

  • Vida primitiva, pueblos salvajes actuales. El medio ambiente.
  • Proyección de la película “En una isla del Pacifico” (Documental). El arte popular. La poesía y la música. Audición de discos regionales (Galicia, Castilla, Aragón) y lectura de romances: La loba parda, El conde Olinos, La doncella guerrera.
  • La vida en el fondo del mar. Algas, corales, anémonas. La respiración. Los buzos. Proyección de la película ‘En el fondo del Atlántico”.
  • Intermedio. Dibujos animados.
  • El concepto de igualdad través de la Constitución Española.
  • Las grandes empresas de la civilización moderna. Proyección del film “El canal de Panamá”.
  • Historia de las ideas liberales en España. Riego.
  • Cine recreativo. Proyección: “Charlot”. Despedida de la Misión. Entrega de la biblioteca, gramófono y discos.

El final de una ilusión

Con la Guerra Civil, este ambicioso proyecto fue destruido con saña. Como los planteamientos de la misiones chocaban de frente con los objetivos del “alzamiento”, una de las primeras tareas emprendidas por el “bando nacional” fue el desmantelamiento de la obra cultural republicana. Las bibliotecas de las Misiones Pedagógicas sufrieron la represión inquisitorial de los sublevados, en su obsesión enfermiza por incautar y destruir todos aquellos libros sospechosos de llevar la semilla comunista, los maestros fueron depurados. La historia es simple y siempre la misma: el bibliotecario es fusilado, los libros quemados y todos los que han participado en su organización son fusilados o perseguidos (De Blas, Pérez, 2011).

Trabajos consultados

https://eduso.net/res/wp-content/uploads/2020/06/res-24-miscelánea-amando.pdf

Las Misiones Pedagógicas: más que una utopía

Amando Vega Fuente, San Sebastián

Revista de Educación Social, 24, enero 2017

Las misiones pedagógicas: educación y tiempo libre en la Segunda República

Francisco Canes Garrido

Revista Complutense de Educación. Vol. 4 (147-168) Ed. Universidad Complutense Madrid